Una de las ciudades más emblemáticas de Australia sin duda es la gran Sídney.
Una ciudad que atrae a millones de turistas cada año y que por supuesto yo no podía
quedarme atrás, tenía que formar parte de esa lista. Así pues, el 12 de Enero,
volamos con Jetstar Brisbane-Sídney, un trayecto rápido de una hora y media que
cuando quisimos darnos cuenta estábamos allí. En el aeropuerto nos reunimos con
mi hermano que venía de pasar unos días en Melbourne, él iba a viajar por
Australia un tiempo y coincidir en Sídney para visitar juntos la ciudad era
todo un planazo.
Con un sol radiante a nuestras espaldas, nos dirigimos en primer lugar hacia
nuestro hostal “Glebe space” situado en Camperdown, dentro del campus de la
Universidad. Realmente fue una buena elección, una habitación para los tres,
con nuestro baño privado con ducha y una habitación bien adaptada con
escritorio, nevera, cama doble y una simple, nos costó para 3 noches unos 100 dólares por cabeza, toda una ganga para estar donde estábamos.
Para ir del aeropuerto hacia la ciudad, lo más barato es coger el autobús
400, bajarte en la primera parada y caminar 300 metros hacia la estación de
tren Mascot, de esta forma te ahorras pagar el recargo del aeropuerto si coges
el tren desde allí, pues así el trayecto te sale mucho más económico, de 15-17 dólares
a unos 5-8. (Importante, en un quiosco del aeropuerto lo primero que debes
hacer es comprar la tarjeta Opal, una tarjeta de prepago recargable para poder
viajar con transporte público por la ciudad)
Primer día:
Nosotros, después de hacer esos chanchullos, llegar a nuestro alojamiento y
descargar maletas, pusimos rumbo a nuestra primera parada : Bondi beach; la playa
más famosa del lugar.
Una vez allí, hicimos una de las rutas costeras más bonitas
de la ciudad, que va desde Bondi a Coogee. Éste paseo te permite disfrutar de
unas preciosas vistas, de unas playas increíbles, pasando desde Tamarama,
Bronte, Pie Clovelly hasta Coogee. La playa de Tamarama, la primera de todas,
hace una pequeña cala, donde los surfistas disfrutan de lo lindo y a la vez,
los demás que no tenemos ni idea de cabalgar olas podemos gozar de las pools
que se crean entre las rocas. El sol nos obligó a hacer una larga parada en
esta playa y darnos un chapuzón para aliviar la calor que nuestros huesos sentían.
Después, fresquitos, seguimos la caminata.
De vuelta, rendidos y acalorados, decidimos coger un bus de vuelta al hostal,
habíamos madrugado mucho y necesitábamos una buena ducha y una cama para poder
coger el siguiente día con ganas.
Segundo día:
El viernes por la mañana, desayunamos en el ático del edificio, con unas
vistas preciosas de la cuidad y después nos pusimos en marcha dirección a los
jardines botánicos. Antes paramos justo al lado de éstos, en la State library,
para verla por dentro. Realmente me encantó, un toque muy peculiar que me
recordó a la película de Harry Potter.
Desde allí, nos adentramos en los
jardines, toda una maravilla. Millones de especies de plantas que te hacen
sentir sumergida en la naturaleza más pura, olvidándote por un momento del tráfico
y del bullicio de la ciudad, que recorre este recinto. Caminando llegas hasta el pico más alto,
donde puedes divisar la mejor imagen de la Opera House junto al Harbour
Bridge. Es el punto perfecto para
sacarte la típica foto de postal. Además la panorámica que alberga este sitio
te deja sin aliento, una bahía donde no ves el final, barquitos en el agua, el
parque de atracciones Luna Park al fondo…en fin, las mejores vistas de la ciudad estan en este lugar.
Desde los jardines, rodeándolos hacia la izquierda, fuimos hacia la Opera
House para poder verla desde bien cerca.
Y madre mía como impresiona tenerla delante de tus ojos! Algo que has
visto varias veces en la televisión y que ahora está delante de ti. Él lugar
donde está situada también le da un encanto especial, un paseo lleno de
restaurantes, el puerto con los ferris, el barrio de Rocks enfrente… Amazing!
Después de disfrutar de eso, nos fuimos a Circular Quay, justo al lado,
dónde en el muelle 3 cogimos el ferry para Manly, otra de las playas más
famosas. El billete cuesta unos 14 dólares por persona ida y vuelta, como todo
el transporte de la ciudad, se paga a través de la tarjeta Opal. (Con la
tarjeta Opal lo máximo que pagas al día son 15 dólares, asi que si vas a Manly,
el resto del día que cojas cualquier otro transporte público es gratis, no te
mates a caminar. Los domingos el máximo que pagas es 2,5dólares, así que solo
que vayas con bus hasta el ferry, éste después te saldrá gratis)
El trayecto hasta Manly creó recordar que fue una media hora aprox , pero
para nada se hace pesado y mucho menos a la vuelta, si vuelves al atardecer y
puedes ver desde el ferry como cae el sol en la ciudad.
Cuando llegamos al puerto nos dirigimos directamente al Hungry Jacks, teníamos
muchísimas hambre y necesitábamos llenar el estómago con una buena hamburguesa.
Después, andamos el paseo peatonal “The Corso”, con diferentes tiendas de moda,
souvenirs, cafés… hasta llegar a la playa de Manly. Otro rollo más surfista y quizá
no tanto postureo como la de Bondi.
Desde allí, mirando al mar en dirección a la derecha hicimos una corta
caminata de unos 20 minutos (Cabbage Tree Bay Coastal Walk) hasta Shelly beach.
En el transcurso de éste vas dejando atrás la playa principal y vas recorriendo
pequeñas calas con las famosas pools,
viendo a la gente practicar snorkel en las aguas claras del mar. También
puedes observar las pequeñas esculturas ecológicas
que representan la flora y fauna marina del lugar. Cuando llegamos a Shelly
beach, su agua y sus árboles rodeando la arena nos enamoró. Un pequeño paraíso
a poca distancia de una gran ciudad.
Cuando ya habíamos disfrutado bastante, volvimos hacer la caminata de
vuelta hasta el ferry y de allí vuelta a la Circular Quay, dónde cogimos el
siguiente ferry (que ya te sale gratis) hacia el otro lado de la bahía, para
divertirnos un rato en el parque de atracciones Luna Park. Un parque vintage,
que también está en Melbourne y dónde vuelves a ser niño otra vez. És pequeño
pero de los típicos de antes.
Allí, tienes unas buenas vistas del Harbour Bridge, justo casi encima de tu
cabeza y al fondo, otra vez la Opera House. Al hacerse de noche la pudimos ver iluminada,
acompañada de un bonito skyline de la city.
Había sido un largo día, así que decidimos volver al hostal y reponer
fuerzas para el siguiente día.
Tercer día:
Sábado por la mañana, equipados para patearnos las calles de la ciudad,
empezamos el recorrido por el barrio Chinatown, de allí a los Chinese Garden of
Friendship y de allí al Paddy’s Market,
un mercado gigante de souvenirs, súper bien de precio dónde si tienes que
comprar algún recuerdo sin duda éste es el mejor sitio, me hubiera llevado
todo!!!. Después subimos por George St hasta Sídney Town Hall, de ahí entramos
al gran Queen Victoria Building, unos almacenes de lujo, con cafeterías,
tiendas de ropa, de joyas, no apto para gente de mi nivel.
Dentro, hay un bonito reloj que cae del techo que le da un encantó especial
a esas galerías.
Salimos por la parte de detrás y desde ahí se ve la Tower Eye, la torre más
alta del hemisferio sur. Por allí andurreamos por las calles principales de
George St y Pitt St, donde se encuentran las tiendas de moda más conocidas,
centros de comerciales, restaurantes de comida rápida…Había un ambiente muy
cool que nos hizo estar por un buen rato. Después fuimos hasta Angel
place, una calle estrecha dónde llama su atención el centenar de jaulas de pájaros
vacías que cuelgan arriba de tu cabeza, estas muestran como el desarrollo de
las ciudades han ido acabando con la
vida silvestre, bonita obra de arte que hace pensar en el impactó del ser
humano en la naturaleza.
Desde allí nos cogimos un bus para bajar hacia Circual Quay y reunirnos con
mi hermano de nuevo, ya que él tenía una entrada para ver una ópera en la
majestuosa Opera House, algo que tienes que hacer si tienes la oportunidad de viajar aquí, el dinero para comprar la
entrada y la suerte de que queden plazas.
A poca distancia, está el barrio más antiguo de Sídney, The Rocks. Pasear
por este distrito histórico es retroceder hasta comienzos de siglo XIX. Al ser fin de semana también pudimos
disfrutar del mercadillo que instalan en una de las calles del barrio, repleto
de antigüedades, artesanías, cuadros...
Cuando acabamos de callejear por la zona, cogimos otro bus que nos llevó
hasta el Hyde Park. Allí vimos el Anzac Memorial (me gustó mucho más por eso el
de Melbourne)y la escultura del Capital Cook. Descansamos en el césped junto a
una bonita fuente y después dimos una vuelta por el Festival de Música que
estaba instalado durante unos días al final del parque. Desde esa zona puede
contemplar también la Mary’s Cathedral .
Por la noche, al ser sábado, fuimos a las 9pm al Darling Harbour, una zona
de puerto también increíble, donde hicieron un pequeño espectáculo de fuegos
artificiales.
Cuarto día:
El último día, Domingo por la mañana, lo dedicamos de manera más relax a
visitar la Galería de Arte.
De camino a ésta,
pasamos por Barracks Museum, una cárcel convertida ahora en museo pero por la
que decidimos no pagar para ver por dentro, ya que habíamos visto la de
Melbourne que fue una de las más importantes de Australia.
Después, antes de
acabar nuestro pequeño viaje, decidimos ir por última vez a Darling Harbour y
disfrutarlo de día. Éste era otro bonito rincón de los tantos que posee la
zona. Fue ahí donde pusimos punto y final a esos cuatro días de turisteo.
Una ciudad que no nos dejó indiferentes, y que después de mi querida Brisbane; la que me tiene robada completamente el
corazón, Sídney sin duda, se lleva el
siguiente puesto en el ranking.
Bye, bye!
No hay comentarios:
Publicar un comentario