Existen dos clases de personas: Las que se sienten tranquilas en su zona de confort, las que no tienen necesidad de moverse de su sitio de siempre, de alejarse de sus comodidades. Después estamos el resto. A los que nos mata la curiosidad y no podemos estar quietos en un mismo lugar, los que a todas horas tenemos la sed de viajar, esa que solo se sacia con sumar a tus experiencias otro rincón más. Para los que el pasaporte significa media vida.

Nosotros sin duda formamos parte de la gente aventurera y arriesgada! Y por eso mismo este año quisimos dar un giro a nuestras vidas y vivir durante un tiempo en otro país, con otra gente y con otras costumbres.

Manteneros al día de todos los sitios que visitamos nos encanta. No hay nada que nos guste más que poder explorar rincones nuevos y compartirlo con toda la gente posible para que se animen a practicar este gran vicio de conocer mundo. Y a los que por una razón u otra no pueden hacerlo, redactamos todas nuestras experiencias para que al menos puedan alimentarse de ellas y en su mente viajar por un instante a estos recónditos lugares.

Ahora bien, la pregunta del millón que muchos os estaréis haciendo: Y como lo habéis hecho?

Pues bien aquí os dejamos la receta por si alguno se anima a kangurear como nosotros.

RECETA :

Añade infinitas cucharadas de ilusión y combínalas con una taza de positividad. Mézclalo bien con valentía y rocíalo con un litro de curiosidad. Déjalo cocer a fuego lento, remuévelo suavemente con un poco de esfuerzo y constancia y finalmente añádele una pizca de dinero.

- Servir con hambre de explorar sin jamás saciarte y con ganas incontrolables de comerte el mundo -

sábado, 13 de mayo de 2017

The End... Closing a big chapter of our life

-ANYWHERE, JUST DARE AND GO-

La historia contada desde dentro. 
La historia explicada desde mi experiencia


No lo pensé. Cerré los ojos y salte al vacío. Simplemente fui a buscar mi sueño, con todas las consecuencias.

Hace casi un año, esta fue la mejor decisión que he tomado nunca. A veces las cosas no se piensas, solo se hacen y eso es exactamente lo que hice. Irme en busca de algo, no sabía bien el que, pero sabía que si lo estaba haciendo era porque me hacía feliz. 

Todo, para cualquier persona yo lo tenía todo. Un trabajo, una familia, amigos, me conocía que restaurante era mejor que otro, o en qué centro comercial estaban las tiendas que a mí más me gustaban… Cogía mi coche y sabía dónde iba, sabía lo que tardaría en llegar. Y todas estas cosas precisamente son las que hicieron que un día me replanteara mi futuro.
Odio tener un rumbo, odio la tranquilidad de saber dónde estoy todo el rato. Odio conocer a todo el que pasa por mi lado y odio saber  en qué sitio es más barato salir y tomarte una caña.
Es entonces, cuando la monotonía te aprieta tanto que de un día para otro decides poner remedio. Para mí solo había una solución, huir.

Australia es de aquellos países que están en el mapa pero que pasan un poco desapercibidos. Quizá al ser nuestras antípodas nunca te planteas llegar hasta allí. Yo tenía claro que si daba el salto lo hacía a lo grande. Además mi asignatura pendiente siempre había sido el inglés y éste sería un lugar perfecto para mejorarlo. Así que con el mejor acompañante de viaje, mi marido y una maleta, me fui lejos, me fui a Australia.

Hoy, después de casi un año, puedo explicar la historia desde mi experiencia, sin suponer nada, sin dudas, sin preguntas.  La realidad más clara de lo que ha sido mi vida aquí durante este tiempo.

Bien, como ya sabréis aterrice en Brisbane, está me robo el corazón desde el minuto uno, Brisbane me dio aire fresco, me hizo renacer nada más llegar. Para mi elegirla como lugar en el que empezar un nuevo capítulo fue perfecto.
La suerte desde que llegué la tuve de mi parte. Aunque eso significa que de la pareja uno tenía que sacrificarse y le toco a David… Yo encontré una familia maravillosa que me abrió las puertas de su casa de par en par para cuidar de su pequeño, Harry. Esta familia me ha dado la oportunidad de vivir esta experiencia al máximo, todas las facilidades posibles ellos me las han brindado. No tengo palabras de agradecimiento hacia ellos, unas personas que me acogieron desde el primer día de una manera increíble, unas personas que depositaron toda su confianza en mí. Unos extraños que pronto se convirtieron en mi familia aquí.
David, no le quedó otra que adaptarse a mis horarios, trabajar entre semana y disfrutar el resto. Eso significo dar su brazo a torcer, arremangarse bien y ponerse a limpiar casas. Una de las pocas faenas poco cualificadas (lo único a lo que optas cuando tu nivel de inglés es mínimo) en la que libras los fines de semana. Eso nos permitía visitar lugares nuevos, conocer gente, en fin, saborear la experiencia juntos.
Pero, quizá, sin darme cuenta yo misma estaba cavando mi propia tumba y ahora entenderéis porque lo digo.

Los dos trabajamos mucho de lunes a viernes, pero los fines de semana no había uno que se nos resistiera. Hemos viajado mucho, en realidad diría que no hemos parado. Además, en este país ganas dinero muy rápido y eso te permite el ritmo de vida que nosotros hemos llevado aquí.
Yo entre semana cuidaba de Harry, comparado a España, mi vida mejoró con creces. De trabajar 40 horas a la semana con 20 niños y a duras penas llegar a los 1000 euros al mes, a estar trabajando la mitad de horas, con un solo niño y cobrando el doble que allí. Really? Si, aquí en Australia es posible.
Pero quizá no me di cuenta o mejor dicho no quise darme cuenta de que mi pareja estaba viviendo la otra cara de la moneda. Sin duda su sueldo también mejoró notablemente en comparación a España, pero perdió algo más importante, su calidad de vida.
Él allí trabajaba de algo que le gustaba, con un equipo de trabajo que le hacía que los días fueran más ameno. Su jornada tenia momentos de mucho estrés y cansancio psicológico, pero la otra mitad de su jornada se basaba en vigilar a los enfermos, quizá jugar con ellos a futbol o simplemente sentarse en el jardín observando que todo a su alrededor estaba bien.
Él también necesitaba un cambio de aires, un break en su trabajo, pero no para esto.
Es cierto que hay cosas que compensan, que aguantas por ver sitios nuevos, por recorrer mundo pero eso también llega a un límite. Y de estar en el paraíso al mismo infierno hay un solo paso. Yo no quería que David lo diera.

Mientras yo amaba Australia, mientras yo alababa todo a mí alrededor, mi pareja comenzaba a sentirse en el mismo estado de ánimo que me encontraba yo en España. Y a mí eso empezó a matarme por dentro. Yo deseaba que esto fuera único para mí, pero también para él. Mi felicidad sin duda había llegado al extremo más alto, pero si para él no era así, nada tenía sentido.

Los dos lo habíamos disfrutando mucho, pero para él empezó a hacerse cuesta arriba. Le tocó hacer cosas que a mí nunca me tocaron hacer, recorrerse calles a altas temperaturas para encontrar un trabajo, intentar comunicarse, a veces sin éxito. En fin, le toco literalmente tener el papel de inmigrante y sentirse como tal. Y cuando obtuvo un trabajo, éste no le llenaba, le destrozaba la espalda y le hacía llegar rendido a casa.
Y es que quiero dejar claro, que mi experiencia no es la de todos los que pisan este país. La suerte es un gran factor que ayuda, al igual que el idioma, los contactos… Y no todos los que venimos en busca de algo mejor nos topamos con ello de frente.
Como en cualquier país al que emigras, nada es fácil. Hay días de todo.  Australia puede ser el comienzo de una vida mejor para muchos de los que emigramos, pero nadie cuenta que hay otro gran porcentaje de gente que se marcha sin haberlo conseguido. 
A pesar de que para David limpiar casas y compartir piso no era lo que realmente quería, nosotros, no podemos quejarnos. Hemos trabajado a la semana de estar aquí, eso nos ha permitido comprarnos un coche para poder movernos (y venderlo luego por más de lo que lo compramos). Además hemos ahorrado dinero para seguir viajando por el sudeste asiático, pero esa es nuestra historia.
Hay de mejores, con más suerte, pero también de peores. Igualmente, siempre pienso que no intentarlo es de cobardes, que si no lo haces jamás sabrás que hubiera pasado y que si lo haces y no sale al menos habrás obtenido una experiencia nueva en la vida, que de eso tratan las aventuras.

Por eso mismo, valoro mucho el esfuerzo de David, todo lo que ha significado para él estos meses.  Para mí ha sido un luchador de los pies a la cabeza, o eso, o simplemente me quiere demasiado. Sea lo que sea, ha aguantado madrugones, el trabajar a contrarreloj, el esfuerzo que conlleva tener un aspirador cargado a su espalda todo el día. Y aun así, se ha vestido siempre con su mejor sonrisa para que ambos disfrutáramos de esto.  Le amo, le amo con todas mis fuerzas. Si alguien ha estado siempre ahí, ese es él. Soy una persona inestable, con ganas siempre de cambios. Unos lo llaman aventurera otra directamente loca, sin consciencia. Pero él me quiere así, me hace todo más fácil y sobretodo me acompaña en todos mis planes. Éste fue uno de ellos, el más grande y arriesgado que he tenido nunca pero él me dio la mano una vez más y me siguió.
Ahora no podía reprocharle nada, no podía reprocharle que él viviera esto como una gran experiencia pero con fecha de caducidad.

Y es así, como llegados a este punto, cuando se nos acaba la visa, decidimos no renovar y volver. Para él a su hogar, para mí a un lugar donde  simplemente deje atrás a todos mis seres queridos. Australia me ha dado mucho. Y ahora soy de aquí y de allí, o peor aún de ninguna parte.
Aquí, he crecido interiormente, he aprendido a valorar pequeñas cosas. Me he hecho más fuerte y esto me ha hecho darme cuenta que la distancia separa cuerpos, pero no corazones. Mi gente siempre está, da igual donde pero está. Y no, no me he vuelto fría, ni quiero menos a mi familia o amigos, simplemente he aprendido a quererlos también a pesar de los kilómetros, a saber disfrutar de lo que me ofrece ahora la vida porque sé que a ellos siempre los tendré cerca de una forma u otra.
Australia, me ha hecho encontrarme a mí misma, conocerme más, saber mis límites y aprender a sobrepasarlos.  Y es que estar lejos,  te ofrece la lección de vida más grande. Ahora no me asusta nada, me veo capaz de todo. Porque cuando saltas una vez ya no hay nada que te detenga.

Pero, la felicidad es una montaña rusa.  A veces la tienes comiendo de tu mano, otras cuando quieres darte cuenta, ya ha expirado. Por eso mismo hay que saborearla cuando se tiene, no se sabe cuándo volverá. Y esto lo digo porque ahora soy yo la que toca acompañar a mi pareja en un camino de regreso, cogerle la mano como el me la dio hace casi un año y volver. No porque quiera, aquí me queda mucho que descubrir, pero el amor puede con todo y sé que ahora es mi turno de ceder.

Dejo atrás unos meses inolvidables, donde amanecer cada día tenía sentido. Mi sonrisa era presente a pesar de los días grises y es que ojala pudiera explicar lo que he sentido viviendo aquí. Creo que es algo que una vez en la vida se tiene que hacer, da igual el tiempo que dure, porque esta experiencia marcará un antes y un después. Para nosotros esto ha sido una auténtica bomba de sentimientos, de emociones nuevas. Y si en algo estamos de acuerdo ambos, es que sin duda, repetiríamos esta aventura con los ojos cerrados.

Animo a todo el que lea esto a no solo pensar en sus sueños, sino a cumplirlos. Para ello seguramente habrá que dejar cosas atrás, tendrás que tropezar muchas veces y posiblemente habrá días que sufras y te plantes si realmente vale la pena luchar. Si, te digo que si con toda seguridad. Valdrá realmente la pena… Yo he llorado, he llorado mucho, a veces te sientes sola, desprotegida, pero te aseguro que nada se puede comparar a cómo te sientes al otro día, cuando despiertas de nuevo y valoras todas esas cosas nuevas que han llegado a tu vida.

Adiós querida Brisbane, me despido hoy de ti con las mismas mariposas en el estómago que cuando me recibiste por primera vez, con un nudo en la garganta que demuestra que ha significado este tiempo para mí… y es que dejo atrás muchas cosas que siempre, siempre recordaré. Gente que se ha ganado un hueco en mi corazón y lugares que quedarán por siempre en mi memoria.  
Vuelvo a mi hogar, ahora a mi otro hogar (no sin antes darnos unas merecidas vacaciones por el sudeste asiático) para reencontrarme con los míos. Vuelvo al lugar del que hui, pero regreso cambiada. Mi pareja ha decidido que allí es ahora donde nos toca estar y yo, sorprendentemente, aunque amo Australia y me hubiera quedado más tiempo, estoy contenta. Me llevo una vida nueva a mis espaldas y lo más importante, vuelvo a realizar otro cambio de aires, al menos por un tiempo y mi alegría siempre depende de eso. Que el mañana sea siempre una incógnita…




Video Sandra y David 2016-2017

Se inconformista, ambicioso y sobretodo, se valiente. 
Solo así, podrás tocar por instantes el mismo cielo. No hay palabras para describir que se siente al alcanzar un sueño, para eso, tan solo hay que escalar la montaña, llegar a la cima y cuando tengas el mundo a tus pies habrás saboreado la auténtica felicidad.
Yo sin ninguna duda por fin la he conocido y eso ya nada lo va a cambiar.


Gracias a todos los que nos habéis acompañado este tiempo en el blog, esperamos haberos informado, ayudado o simplemente entretenido con nuestras historias. Pero sin duda, como bien dice nuestra portada, aquí empieza nuestra aventura. Esto tan solo era el principio de una vida nueva, así que permitirnos un break, porque muy pronto volveremos con las pilas cargadas y con un nuevo lavado de cara en el blog; nuevas experiencias, nuevos países…
Anyway, os animamos mientras a seguirnos en nuestro nuevo Instagram de viajes justgo_sandraydavid , allí colgaremos fotos de lugares increíbles, de todos nuestros pasos, e informaremos de nuestro retorno al blog. Y ahora si...Esto es todo amigos!

See you soon :)
Leer más...

jueves, 20 de abril de 2017

Pros and Cons of working in Australia as an immigrant



¿Te estas planteando venir a Australia?
Yo te cuento la realidad de este país, sin tapujos. Lo que a todos nos gustaría saber antes de venir y por lo que aun sabiéndolo nada cambiaría. Porque es una experiencia que tienes que hacer, que no pasara indiferente, que disfrutarás y que te aportara, pero que no todo será de color de rosa como lo pinta la mayoría. No olvides que emigrar al país que sea no es fácil por eso mismo no quiero que la gente se cree falsas ilusiones... aquí hay de todo como en todas partes y hay que venir preparados y concienciados referente al trabajo. Me explico.

Cuando pasa por tu cabeza emigrar, normalmente lo primero que hacemos todos es informarte al máximo de ese país, sobretodo leyendo las experiencias de gente que ya ha pasado por eso. Y está bien explicar todo lo bueno, pero eso no significa que no exista la parte menos buena.

En Australia cobras 40 dólares la hora, encuentras trabajo en un día, puedes dedicarte a tu profesión en poco tiempo... bla bla bla. Si, en algunos casos pasa, pero te aseguro que no es lo normal así que no se puede ir esperando besar el santo nada más pisar tierra.


CONTRAS:

Primero, aquí empieza a haber muchaaa competencia. Australia es país de backpakers cada vez más y todos buscan lo mismo que tú. De ese modo, cuando busques trabajo 1 : O tienes como en todos lados contactos o 2 : te va a tocar patearte la ciudad de arriba abajo, repartir CV y hacer más de una prueba sin cobrar. Eso es lo normal. Y quizá tardas una semana o quizá un mes, ahí ya entra factor suerte, la temporada y tus cualidades. Encontrarás, seguro, pero no te olvides que aquí realizarás el trabajo qué los de aquí no quieren hacer, es decir, la mano de obra barata de un país del primer mundo, ten siempre presente que al principio eres el inmigrante.

Segundo, sueldos altos sí, es verdad que aunque trabajemos en trabajos no calificados tipo camarero, limpieza, nanny, granja...cobras bien, pero eso significa de 20 a 25 dólares la hora normalmente. Fines de semana y festivos quizá más, pero hablamos de trabajos mucha veces duros y pesados. Y de 40 dólares la hora para arriba tienes que tener muchaaa suerte, meterte en una buena empresa de lo tuyo y eso a muy poca gente le ocurre nada más llegar, seamos realistas. Cuando emigras normalmente tu inglés no es fluido y el tipo de visado también te limita, estos dos factores sobretodo hacen que las grandes empresas no apuesten por ti. Con visa de estudiante solo puedes trabajar media jornada cosa que muchas empresas no quieren y si tienes la work and holidays solo puedes trabajar 6 meses en el mismo sitio y para muchas empresas es poco tiempo para saber si realmente vales o no y poderte hacer el ansiado sponsor que todo el mundo desea.

Tercero, los derechos de los trabajadores aquí se los pasan bastante por el forro…hablando claro. Si quieren despedirte lo van hacer sin darte apenas explicaciones. Saben que hay miles de estudiantes o de working holiday esperando a recibir encantados ese trabajo, de esa forma muchas veces se aprovechan. Aunque no en todos lados! Hay de todo recordar.

Con todo esto no pretendo desanimar a nadie sino acercarles un poco más a la realidad y hacer pisar el mundo con los pies. Yo estoy encantada de estar aquí, volvería a repetir mil y una vez esta experiencia pero hubiera agradecido que alguien me hubiera explicado esto para venir más concienciada.

Tengo que remarcar que como siempre he contado en mi blog, mi pareja y yo somos el ejemplo claro de que dependen muchos factores para conseguir un trabajo en el que estés a gusto. Yo casi vine con trabajo de nanny desde España, trabajando menos horas que allí y cobrando más (aunque no es a lo que aspiro para el resto de mi vida estaba muy bien para ser recién llegada), en mi caso pues me costó bastante poco. David en cambio tuvo que recorrerse toda la ciudad, intentar agradar, hacer pruebas de algunas horas sin cobrar y conformarse primeramente con un trabajo de camarero en el que solo le daban de 8-10 horas a la semana y en el que incluso a veces le decían que no había faena, que se fuera al parque de enfrente a esperar y que volviera a la hora... Lamentable. Después logró encontrar de cleaner, haciendo bastantes horas eso sí pero teniéndose que hacer autónomo y además como bien sabréis aguantar un trabajo muy duro que te deja realmente agotado y en el que encima vas a contrarreloj todo el día.

Vuelvo pues a lo de siempre, depende la persona, la suerte, etc, te toca vivir una experiencia u otra. Anyway! Aun así, merece la pena. Porque yo he empezado con lo "malo", lo que nadie suele hacer, pero hay mucho de bueno, lo que sí explica siempre la gente y por lo que tienes que hacer las maletas y venir.


PROS

Primero, cuando encuentras un trabajo, no importa que sea no calificado, empiezas a cobrar dinero y ahorras muy rápido. Aquí normalmente cobras a la semana y eso te permite poder disfrutar tus días libres de la mejor manera.

Respecto a los sueldos, recapacita, de 20 a 25 dólares la hora que es lo normal ya es mucho. Posiblemente estés cobrando como un ingeniero o un médico de tu país y eso nada más llegar, si, siendo inmigrante, si después decides quedarte y con el tiempo optas a la residencia ya ni te cuento que dineral puedes hacer.

Encima, comparado a España los precios de casi todas las cosas son igual, pero con la diferencia que aquí ganando el doble.

Segundo, aunque los derechos del trabajador sean por un lado nefastos eso hace que también puedas permitirte el lujo de cambiar de faena cada vez que quieras y encontrar otra relativamente rápido, también puedes decidir no venir tal día porque quieres irte fuera o incluso no trabajar una semana entera para poderte ir de vacaciones, o salir dos horas antes porque quieres irte de fin de semana, de concierto, o de lo que sea. Es flexible para ambas partes cosa que también te beneficia para depende qué.

Tercero, calidad de vida. Aquí al ganar bien puedes permitirte ciertos caprichos en poco tiempo, en mi caso un móvil nuevo, un coche de segunda mano, una cámara tipo GoPro, fines de semana sin parar, vacaciones en Navidades de 15 días por Australia y dinero ahorrado para viajar ahora mínimo 3 meses. A todo eso sumándole haber podido pagarnos el curso de David, la visa, el seguro médico y aun así tener ahorros. (Gasto cero por venir).

Así que si nos preguntáis a nosotros, ambos repetiríamos sin dudarlo. Los pros compensan y mucho, para unos más que para otros, pero si algo tenemos claro es que esta experiencia hay que vivirla mínimo una vez en la vida, dure más o menos. Porque todo lo que he comentado hoy aquí es referente al trabajo, pero esta aventura va más allá; te aporta otras cosas increíbles como mejorar tu inglés, explorar lugares que jamás imaginaste, conocer gente nueva de otros lugares del mundo y sobretodo, te hace encontrarte a ti mismo, saber quién eres y hasta dónde puedes llegar. Simplemente te hace revivir.


No olvides:
Emigrar es complicado, pero maravilloso a la vez!







Leer más...

jueves, 13 de abril de 2017

Emundi Market and Noosa



Vivir en Brisbane tiene una ventaja muy grande y es que tiene lugares increíbles que visitar a una o dos horas de camino.
Esta vez, David y yo queríamos volver a vivir un fin de semana igual de intenso como el que vivimos en Byron Bay justo al poco tiempo de llegar a Australia. Elegimos Noosa y Emundi Market para desconectar de la rutina y disfrutar juntos esta vez, de otro bonito fin de semana.


Preparamos nuestro coche con toda la munición posible (nevera cargada de comida, bebida fresca y nuestro set de camping) y salimos bien temprano hacia Sunshine Coast.
A una hora y media de camino llegamos al pueblo de Emundi, donde los sábados por la mañana realizan un mercado al aire libre muy grande, unos 600 puestos de venta, repleto de alimentos frescos y ecológicos, productos de artesanía, ropa hippie, joyas hechas a mano, puestos de comida rápida, rincones de música en vivo, etc…  


Este mercado, al igual que otros mercados Emundi creados posteriormente a éste alrededor de Australia, son unos de los mayores mercados de arte y artesanía del país. Éstos, se centran en  productos hechos a mano, con el espíritu de “hacerlo, se hornea, hacerlo crecer, coserlo”.  






Estuvimos un par de horas recorriendo los diferentes pasillos que formaban el market y disfrutando de un buen ambiente. El pueblo también es digno de ver, no es muy grande pero sus calles son sacadas como del mismo oeste, parece ambientado en años atrás aunque simplemente es el estilo de ese bonito lugar.



 El calor empezó a apretar mucho, así que después de caminar bastante, volvimos a nuestro coche para dirigirnos a Noosa. Allí ya habíamos estado en Diciembre para el cumpleaños de David, pero no nos hizo muy buen tiempo y queríamos saborearlo de nuevo esta vez con sol radiante.

De Emundi Market hacia Noosa hay aproximadamente 30 minutos más en coche. Nosotros llegamos a media mañana y sin dudarlo fuimos directos a la playa a darnos un buen baño.
En Noosa Heads , en la parte izquierda de Main beach (la playa principal) se encuentra una pequeña bahía con una de las mejores playas que hemos visto hasta ahora aquí. Desde Dog beach (si, es para perros pero realmente es preciosa) hasta Sandy Cove, es un entradero de la playa que es muy relajante. Además había cientos de peces y una vez más David pudo disfrutar haciendo snorkel (yo preferí estar en mi flotador de donut y verlos desde la superficie). Y bien, como su nombre indica, Sandy Cove quedó como uno de mis rincones preferidos.
Comimos allí nuestro tupper de ensalada de pasta y después nos dimos una increíble ducha que acabo de dejarnos en las puertas del paraíso.





De allí fuimos a pasear por Hastings Street, la calle más famosa para salir de restaurante o de compras y después recorrimos toda la avenida Noosa Parade para observar los ríos que se entrelazan en el pueblo, con las casas de millonarios en medio y su yate enfrente… en fin solo apto para gente de mente fuerte.


Caída la noche, paseamos por la zona de Noosa Ville, otra zona increíble con un puerto pequeño pero muy cuco, donde las familias y amigos se reunían para hacer su picnic-cena. Allí un fish and chips nos sentó como agua bendita.


Después de ese magnífico día, nuestras energías ya flaqueaban así que fuimos al camping Noosa Sea Scouts que habíamos reservado esa misma tarde (perfecto calidad-precio) para pegarnos una buena ducha y descansar en nuestra tienda de campaña, esa que ya empezaba a ser media casa para nosotros.



Otro bonito día se presentaba ante nosotros, otra vez el sol relucía, así que nos preparamos nuestro desayuno, nos dimos otra larga ducha y nos fuimos a hacer un poco de tracking por el Parque Nacional.  Allí hay diferentes rutas, nosotros escogimos la que iba rodeando toda la playa y llegaba hasta Hell’s Gate. 


Realmente es una buena caminata, pero el paisaje te deja tan embobada que vale mucho la pena. Pasas por diferentes puntos para hacer fotos espectaculares, pero uno de ellos son los que realmente disfrutamos mucho. Las Fairy Pools son como piscinas artificiales que se han formado entre las rocas por la fuerza del mar, y cuando estas metido allí quieres que el tiempo se pare. (Avisar que hay algún cangrejito que  pellizca los dedos de los pies, así que si nadas y no apoyas te evitaras los sustos que nos llevamos nosotros).



Y bien, después de esa caminata y ese baño nuestros estómagos rugían demasiado fuerte así que fuimos hacia Noosa Ville otra vez, a disfrutar del sitio esta vez de día. Allí, nos comimos un buen pollo asado comprado del Coles y nos tomamos nuestro café con vistas al rio. Que placer!



Para finalizar nuestro perfecto fin de semana, fuimos bajando tranquilamente hacia Brisbane pero no sin antes pasar por Sunshine Coast, pasear por su costa y visitar su centro comercial Sunshine Plaza, al estilo Venecia (pasa el rio por medio y es muy peculiar).


Ahora sí, concluíamos esta escapada con un buen sabor de boca, con energías renovadas, con mucho más amor entre nosotros y sin duda con un 10 de puntuación.
Leer más...

jueves, 9 de marzo de 2017

Sydney in 4 days



Una de las ciudades más emblemáticas de Australia sin duda es la gran Sídney. Una ciudad que atrae a millones de turistas cada año y que por supuesto yo no podía quedarme atrás, tenía que formar parte de esa lista. Así pues, el 12 de Enero, volamos con Jetstar Brisbane-Sídney, un trayecto rápido de una hora y media que cuando quisimos darnos cuenta estábamos allí. En el aeropuerto nos reunimos con mi hermano que venía de pasar unos días en Melbourne, él iba a viajar por Australia un tiempo y coincidir en Sídney para visitar juntos la ciudad era todo un planazo.
Con un sol radiante a nuestras espaldas, nos dirigimos en primer lugar hacia nuestro hostal “Glebe space” situado en Camperdown, dentro del campus de la Universidad. Realmente fue una buena elección, una habitación para los tres, con nuestro baño privado con ducha y una habitación bien adaptada con escritorio, nevera, cama doble y una simple, nos costó para 3 noches unos 100 dólares por cabeza, toda una ganga para estar donde estábamos.
Para ir del aeropuerto hacia la ciudad, lo más barato es coger el autobús 400, bajarte en la primera parada y caminar 300 metros hacia la estación de tren Mascot, de esta forma te ahorras pagar el recargo del aeropuerto si coges el tren desde allí, pues así el trayecto te sale mucho más económico, de 15-17 dólares a unos 5-8. (Importante, en un quiosco del aeropuerto lo primero que debes hacer es comprar la tarjeta Opal, una tarjeta de prepago recargable para poder viajar con transporte público por la ciudad)

Primer día:

Nosotros, después de hacer esos chanchullos, llegar a nuestro alojamiento y descargar maletas, pusimos rumbo a nuestra primera parada : Bondi beach; la playa más famosa del lugar.


Una vez allí, hicimos una de las rutas costeras más bonitas de la ciudad, que va desde Bondi a Coogee. Éste paseo te permite disfrutar de unas preciosas vistas, de unas playas increíbles, pasando desde Tamarama, Bronte, Pie Clovelly hasta Coogee. La playa de Tamarama, la primera de todas, hace una pequeña cala, donde los surfistas disfrutan de lo lindo y a la vez, los demás que no tenemos ni idea de cabalgar olas podemos gozar de las pools que se crean entre las rocas. El sol nos obligó a hacer una larga parada en esta playa y darnos un chapuzón para aliviar la calor que nuestros huesos sentían. Después, fresquitos, seguimos la caminata.







De vuelta, rendidos y acalorados, decidimos coger un bus de vuelta al hostal, habíamos madrugado mucho y necesitábamos una buena ducha y una cama para poder coger el siguiente día con ganas.


Segundo día:

El viernes por la mañana, desayunamos en el ático del edificio, con unas vistas preciosas de la cuidad y después nos pusimos en marcha dirección a los jardines botánicos. Antes paramos justo al lado de éstos, en la State library, para verla por dentro. Realmente me encantó, un toque muy peculiar que me recordó a la película de Harry Potter.


Desde allí, nos adentramos en los jardines, toda una maravilla. Millones de especies de plantas que te hacen sentir sumergida en la naturaleza más pura, olvidándote por un momento del tráfico y del bullicio de la ciudad, que recorre este recinto.  Caminando llegas hasta el pico más alto, donde puedes divisar la mejor imagen de la Opera House junto al Harbour Bridge.  Es el punto perfecto para sacarte la típica foto de postal. Además la panorámica que alberga este sitio te deja sin aliento, una bahía donde no ves el final, barquitos en el agua, el parque de atracciones Luna Park al fondo…en fin, las mejores vistas de la ciudad estan en este lugar.




Desde los jardines, rodeándolos hacia la izquierda, fuimos hacia la Opera House para poder verla desde bien cerca.  Y madre mía como impresiona tenerla delante de tus ojos! Algo que has visto varias veces en la televisión y que ahora está delante de ti. Él lugar donde está situada también le da un encanto especial, un paseo lleno de restaurantes, el puerto con los ferris, el barrio de Rocks enfrente… Amazing!


Después de disfrutar de eso, nos fuimos a Circular Quay, justo al lado, dónde en el muelle 3 cogimos el ferry para Manly, otra de las playas más famosas. El billete cuesta unos 14 dólares por persona ida y vuelta, como todo el transporte de la ciudad, se paga a través de la tarjeta Opal. (Con la tarjeta Opal lo máximo que pagas al día son 15 dólares, asi que si vas a Manly, el resto del día que cojas cualquier otro transporte público es gratis, no te mates a caminar. Los domingos el máximo que pagas es 2,5dólares, así que solo que vayas con bus hasta el ferry, éste después te saldrá gratis)



El trayecto hasta Manly creó recordar que fue una media hora aprox , pero para nada se hace pesado y mucho menos a la vuelta, si vuelves al atardecer y puedes ver desde el ferry como cae el sol en la ciudad.
Cuando llegamos al puerto nos dirigimos directamente al Hungry Jacks, teníamos muchísimas hambre y necesitábamos llenar el estómago con una buena hamburguesa. Después, andamos el paseo peatonal “The Corso”, con diferentes tiendas de moda, souvenirs, cafés… hasta llegar a la playa de Manly. Otro rollo más surfista y quizá no tanto postureo como la de Bondi.  


Desde allí, mirando al mar en dirección a la derecha hicimos una corta caminata de unos 20 minutos (Cabbage Tree Bay Coastal Walk) hasta Shelly beach. En el transcurso de éste vas dejando atrás la playa principal y vas recorriendo pequeñas calas con las famosas pools,  viendo a la gente practicar snorkel en las aguas claras del mar. También puedes observar  las pequeñas esculturas ecológicas que representan la flora y fauna marina del lugar. Cuando llegamos a Shelly beach, su agua y sus árboles rodeando la arena nos enamoró. Un pequeño paraíso a poca distancia de una gran ciudad.








Cuando ya habíamos disfrutado bastante, volvimos hacer la caminata de vuelta hasta el ferry y de allí vuelta a la Circular Quay, dónde cogimos el siguiente ferry (que ya te sale gratis) hacia el otro lado de la bahía, para divertirnos un rato en el parque de atracciones Luna Park. Un parque vintage, que también está en Melbourne y dónde vuelves a ser niño otra vez. És pequeño pero de los típicos de antes.



Allí, tienes unas buenas vistas del Harbour Bridge, justo casi encima de tu cabeza y al fondo, otra vez la Opera House. Al hacerse de noche la pudimos ver iluminada, acompañada de un bonito skyline de la city.




Había sido un largo día, así que decidimos volver al hostal y reponer fuerzas para el siguiente día.

Tercer día:

Sábado por la mañana, equipados para patearnos las calles de la ciudad, empezamos el recorrido por el barrio Chinatown, de allí a los Chinese Garden of Friendship y de allí al Paddy’s  Market, un mercado gigante de souvenirs, súper bien de precio dónde si tienes que comprar algún recuerdo sin duda éste es el mejor sitio, me hubiera llevado todo!!!. Después subimos por George St hasta Sídney Town Hall, de ahí entramos al gran Queen Victoria Building, unos almacenes de lujo, con cafeterías, tiendas de ropa, de joyas, no apto para gente de mi nivel.
Dentro, hay un bonito reloj que cae del techo que le da un encantó especial a esas galerías.




Salimos por la parte de detrás y desde ahí se ve la Tower Eye, la torre más alta del hemisferio sur. Por allí andurreamos por las calles principales de George St y Pitt St, donde se encuentran las tiendas de moda más conocidas, centros de comerciales, restaurantes de comida rápida…Había un ambiente muy cool que nos hizo estar por un buen rato. Después fuimos hasta Angel place, una calle estrecha dónde llama su atención el centenar de jaulas de pájaros vacías que cuelgan arriba de tu cabeza, estas muestran como el desarrollo de las ciudades han ido acabando con la vida silvestre, bonita obra de arte que hace pensar en el impactó del ser humano en la naturaleza.


Desde allí nos cogimos un bus para bajar hacia Circual Quay y reunirnos con mi hermano de nuevo, ya que él tenía una entrada para ver una ópera en la majestuosa Opera House, algo que tienes que hacer si tienes la oportunidad  de viajar aquí, el dinero para comprar la entrada y la suerte de que queden plazas.
A poca distancia, está el barrio más antiguo de Sídney, The Rocks. Pasear por este distrito histórico es retroceder hasta comienzos de siglo XIX.  Al ser fin de semana también pudimos disfrutar del mercadillo que instalan en una de las calles del barrio, repleto de antigüedades, artesanías, cuadros...


Cuando acabamos de callejear por la zona, cogimos otro bus que nos llevó hasta el Hyde Park. Allí vimos el Anzac Memorial (me gustó mucho más por eso el de Melbourne)y la escultura del Capital Cook. Descansamos en el césped junto a una bonita fuente y después dimos una vuelta por el Festival de Música que estaba instalado durante unos días al final del parque. Desde esa zona puede contemplar también la Mary’s Cathedral .



Por la noche, al ser sábado, fuimos a las 9pm al Darling Harbour, una zona de puerto también increíble, donde hicieron un pequeño espectáculo de fuegos artificiales.



Cuarto día:

El último día, Domingo por la mañana, lo dedicamos de manera más relax a visitar la Galería de Arte.



De camino a ésta, pasamos por Barracks Museum, una cárcel convertida ahora en museo pero por la que decidimos no pagar para ver por dentro, ya que habíamos visto la de Melbourne que fue una de las más importantes de Australia.
Después, antes de acabar nuestro pequeño viaje, decidimos ir por última vez a Darling Harbour y disfrutarlo de día. Éste era otro bonito rincón de los tantos que posee la zona. Fue ahí donde pusimos punto y final a esos cuatro días de turisteo.





Una ciudad que no nos dejó indiferentes, y que después de mi querida Brisbane; la que me tiene robada completamente el corazón, Sídney  sin duda, se lleva el siguiente puesto en el ranking.

Bye, bye! 






Leer más...