Esta zona se creó a consecuencia de la erupción del volcán Tweed hace 23
millones de años. En 1770 fue descubierta por el capitán británico James Cook,
quien bautizó como Byron a este bonito lugar, apellido de su vicealmirante John
Byron y abuelo del poeta Lord Byron. A partir de entonces este sitio empezó a
crecer y a convertirse poco a poco en un punto importante para la exportación de
algunos productos. Es en los años 60 cuando finalmente nace la Byron que
nosotros conocemos ahora, una ciudad aclamada por surfistas de todo el mundo y
donde su principal atractivo está en el movimiento hippie que a día de hoy
sigue reinando en todas sus calles.
Nosotros queríamos vivir la esencia de la verdadera Australia y nada mejor
que Byron Bay para acabar de celebrar mi cumpleaños; si, ese que ha durado toda
una semana ;)
El sábado bien temprano, sobre las 6am, cogimos nuestro coche y nos pusimos
rumbo a la ciudad del surf. Tengo que recalcar que coger tu coche o alquilar
uno es la mejor opción para visitar este lugar ya que te permite mucha más
libertad y sobretodo disfrutar de las magníficas vistas del camino. Nos encantó
la mezcla de paz y naturaleza que pudimos sentir durante el trayecto y si a eso
le sumas la típica música country que sonaba en la radio ya podéis imaginaros
la felicidad que desprendíamos por los cuatro costados.
Cuando llegamos a Byron, bien temprano, pudimos empezar a palpar el
ambiente happy de ese sitio, gente en bañador andando descalzos con tabla de
surf a cuestas camino de la playa, gente en bicicleta paseando, otras haciendo
yoga por los jardines... en fin un rollo muy bueno que nos transmitió ganas de
más. Sin perder un momento aparcamos el coche en la entrada para ahorrarnos
dinero, es uno de los pocos sitios donde no se paga por dejar el coche, así que
recomiendo esta opción si no quieres estar pendiente todo el día de ir a la maquinita.
Desayunamos nuestro bocata que traíamos de casa y cargamos con la mochila para
dirigirnos a la playa principal Main Beach, con la primera que te topas nada
más llegar.
Para ser francos la primera impresión no fue buena, nos esperábamos “algo
más”, en un primer momento la playa no nos pareció nada del otro mundo y es que
a pesar de ser la más conocida y turística nos pareció la más simple de todas;
una playa larga.
Nos sentamos en la arena y mientras observamos al horizonte, donde se
encuentran las Julian Rocks, empezamos a ver ballenas a lo lejos, saltando y
golpeando sus aletas fuertemente contra las olas. De Junio a finales del de
Noviembre las ballenas jorobadas migran hacia las costas australianas en busca
de aguas templadas y nosotros por suerte pudimos ver las últimas que quedan por
la zona. Eso empezó a gustarnos más…
Después del avistamiento de ballenas, decidimos explorar otras playas que
nos llamaran más la atención. Y así fue como otra vez montados en nuestro coche
nos dirigimos a la parte del faro, donde ahí sí están para nuestro gusto, las
mejores playas de Byron Bay. El camino mientras vas subiendo es increíble, te
ofrece vistas de película. Este camino se puede disfrutar también caminando ya
que hay una ruta específica para ello. Pero de cualquier forma, tienes el
placer de contemplar las playas más salvajes del lugar, con ese agua azul
turquesa que hace contraste con las bonitas rocas que rodea la costa, mezclando
el verde fuerte de la vegetación.
Aparcamos en Wategos Beach, donde nos acomodamos un buen rato a tomar el
sol y a comer. Después caminamos un rato por los caminos que unen las playas de
alrededor, un momento mágico.
Llegamos a la playa The Pass, otra playa increíble
llena de surfistas y donde en ella hay un pequeño mirador muy bonito. Desde
allí puedes observar toda la costa a lo largo.
Con la barriga llena y súper relajados después del paseo por las diferentes
playas, decidimos ir a la casa que habíamos alquilado por airbnb para pasar ese
fin de semana. Nos dimos una buena ducha, nos maqueamos un poco y salimos de
nuevo con nuestro coche hacia el esperado Lighthouse, faro de la ciudad
Se puede subir andando, las vistas son increíbles, aunque es una larga
caminata. Nosotros escogimos la opción cómoda, subimos con el coche hasta
arriba donde por 8 dólares puedes aparcar (aunque a nosotros nos salió gratis
porque no llevábamos efectivo y un amable grupo de chicos nos oyó nos lo pago, así
sin mas)
El encanto de este lugar sin duda es al atardecer o al amanecer, cuando el
sol se pone o cae y nos regala estas imágenes imposibles de describir con
palabras. Para mí, sin duda lo mejor de todo Byron Bay.
Un paréntesis: Aquí, en este sitio con este encanto tan especial, le quise
regalar a mi madre un vídeo felicitándole por su cumpleaños. Es un día muy
importante para las dos, siempre hemos celebrado nuestro aniversario juntas por
los pocos días que hay de uno al otro y esta vez era extraño no estar unidas físicamente en un día así.
Encontré este lugar el sitio perfecto para que me sintiera más cerca, un faro
que alumbra el camino como ella ha alumbrado el mío toda mi vida y por lo que sin
duda le debo el poder estar donde estoy ahora. Des de lo más alto quise
gritarle a los 4 vientos lo mucho que la quiero!
Y después de este parágrafo sensiblón, continuo…
Estuvimos un largo tiempo ahí arriba, respirando la tranquilidad que ofrecía
ese momento y dejando la mente en blanco y cuando el sol se escondió entre las
montañas, decidimos marcharnos a dar una vuelta por las calles de la ciudad,
mezclarnos entre la gente hippie y sentir el good vives. Cenamos, disfrutamos
de la gente que se junta para bailar y tocar al son de tambores y cuando
nuestros ojos ya no soportaban más el estar abiertos, nos fuimos a dormir.
El domingo amanecimos con un sol radiante, unos 30-35 grados para ser
exactos y decidimos ir directamente a darnos un baño en los lagos de té rojo,
situados en Suffolk Park Beach. Lo mejor es dejar el coche en McGregor Street,
a unos 5km al Sur de Byron, y desde allí caminar recto hacia la playa. Una vez
en ella, hacia el lado derecho, andar hasta que os topéis con un entradero que
te lleva al Tree Tea Lake, una verdadera preciosidad. En ese lago puedes
disfrutar de un baño relajante, que además dicen que es muy beneficioso para la
piel y el cabello.
De cara al mediodía, después de un buen rato chapoteando y relajándonos en
esas aguas teñidas de rojo, nos fuimos a The farm, una granja situada al
interior, a unos 10 minutos en coche desde Byron (11 Ewingsdale Rd). Aquí hay
animales como cerditos, gallinas, vacas, etc y un bonito restaurante para comer,
donde mientras te llenas el estómago puedes sentirte en un verdadero rancho,
rodeado de estos animales y de sus tierras. En este lugar se puede conocer y
aprender sobre sus actividades agrícolas, observar la variedad de animales y
plantas que albergan las 8 hectáreas de terreno que forman la granja y a la vez
disfrutar de la mejor comida. Un buen plan de domingo, sobre todo para las
familias.
Para terminar, fuimos para el centro de Byron otra vez, se acababa nuestro
fin de semana y tocaba volver a casa. Dimos un último paseo por las calles
principales, nos comimos un helado buenísimo de la famosa heladería Bella Rosa
y sentados en la playa, un hombre con su guitarra nos regaló el último momento
de felicidad allí. No había mejor manera para despedirnos del paraíso. See you soon!